El poder de los migrantes.
Yo fui una adolescente rebelde y me sentí una gran victima de mis terribles circunstancias. Lo tenia todo pero no lo podía ver. Cada vez que alguien me preguntaba que clase de infancia había tenido, me demoraba mucho tiempo explicando lo terrible que había sido el tener un papa estricto y que demandaba perfección y una mama super inteligente que esperaba mas de lo que yo podía darle. Por ejemplo explicaba que a mi no me gustaba la comida que cocinaban y me obligaban a comer.
Explicaba que odiaba la ropa que la costurera me cocía porque yo quería las marcas que mi mama nunca me quería comprar. Explicaba que mis padres me habían limitado siempre de salir a la calle, tener amigos o ir a fiestas, que me habían limitado en mi libertad todo el tiempo a pesar de que yo quería ser libre y tenia muchos talentos que no podía usar porque ellos no me permitían. Así pase la adolescencia y la primera parte de mi adultez.
Mi emigración a los Estados Unidos
Gracias a Dios la vida me saco de Perú y me movió a los Estados Unidos a los 23 años. La experiencia fue tan dura que me tomo solo un año darme cuenta que todos mis años de victima de mis padres habían sido un gran engaño que yo había creado para esconder mi falta de esfuerzo y trabajo. El primer año después de que llegue, aprendí que yo había sido una niña mimada y consentida y que lo había tenido todo y mas de lo que me merecía. En los Estados Unidos aprendí que solo el trabajo fuerte y el sacrificio me permitiría comer y educarme.
Los primeros años en este país fueron tan duros pero tan duros que Dios me concedió una clase intensiva de madurez. Luego llego el momento crucial en mi vida cuando nació mi primer hijo Danielito. Yo tenia 27 años y Daniel era el primer milagro adulto que yo recibía de Dios y al ver su carita descubrí que yo solo quería para Daniel un poquito de la infancia maravillosa que yo había tenido. Hoy día si usted me pregunta como fue mi infancia, le contare lo siguiente:
Fui una niña muy afortunada y fui feliz. Nunca me falto comida, a pesar de que a mi no me gustaba comer, mi papa y mi mama se esmeraron en darme lo mejor que pudieron encontrar para alimentarme aun con todos mis engreimientos. Tuve padres tan amorosos que compraron vitaminas y medicinas para que yo tuviera mas apetito, ellos no desmayaron en hacer lo que fuera para yo creciera como una niña sana. Nunca me falto ropa y de la mejor, mi mama contrataba a la Sra. costurera que me hacia ropa a la medida y me hacia los modelos que yo veía en las revistas.
Mi mamá sabia que la ropa hecha a la medida era siempre mejor que cualquier marca y yo siempre tuve vestidos que las demás niñas no tenían. Mi papa fue un hombre estricto pero que me amo sin medida. Mi padre me amo tanto que prefirió pelear conmigo antes que dejarme salir a los antros para evitar que algo feo me sucediera. Yo tuve tanta protección que jamás me expuse a peligros innecesarios. Mi mami fue la mejor porque me enseño que Dios me había dado talentos para servir a los demás y no para servirme a mi misma.
¿Se da cuenta que diferente fue mi infancia? Yo tuve una infancia preciosa y dos padres que aunque tuvieron miles de defectos fueron los padres mas lindos del mundo. Como yo tuve una infancia preciosa he podido crecer como una mujer agradecida con Dios y con la vida. Ahora bien, no importa lo que los demás piensen de mi infancia, YO DECIDí ser feliz, yo decidí una infancia feliz en un mundo negativo y ¿sabe una cosa? ¡SE LO RECOMIENDO!
Cambie la historia de su vida y decida haber vivido una infancia feliz y verá cómo la forma de ver su pasado, su presente y su futuro cambia.
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